Blanca Reyes, esposa del poeta y periodista Raúl Rivero, cuya condena a 20 años de prisión acaba de ser ratificada por el Tribunal Supremo cubano, dijo el lunes no estar "en absoluto" asombrada por la confirmación de la sentencia, pero agregó que se trata de una "injusticia sin nombre" contra un hombre que sólo intenta "escribir lo que piensa".
Según informó la AFP, Reyes visitó a Rivero el pasado 11 de junio en la prisión de Ciego de Ávila, donde cumple la condena, y relató haberlo encontrado con menos peso corporal, aunque "muy bien de ánimo".
Rivero fue autorizado por las autoridades carcelarias a escribir "poemas de amor", sin temas políticos. Los textos son retenidos en la prisión y sometidos a revisión.
"Todavía la seguridad los tiene (los poemas), no me han sido entregados", indicó Reyes.
El Tribunal Supremo ratificó también las condenas de los economistas Oscar Espinosa Chepe (20 años), Martha Beatriz Roque (20), Héctor Palacios (25), así como del periodista Osvaldo Alfonso Valdés (18), entre otros.
"Tengo sobre mi mesa la ratificación de la sentencia del Tribunal Supremo de 25 de los 75 condenados, lo que confirma nuestro parecer de que esa instancia, debido a la naturaleza política de estos procesos, no iba a cambiar la sentencia de los tribunales provinciales", dijo el lunes Elizardo Sánchez Santacruz, presidente de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
Clara Chepe Núñez, madre de Oscar Espinosa Chepe, apeló el lunes al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, para que su hijo reciba tratamiento médico por cirrosis hepática en La Habana, según copia de una carta entregada a la prensa.
"Le ruego que con la mayor urgencia se dirija al gobierno de Cuba, a fin de que mi hijo (...) reciba el tratamiento requerido en su crisis de cirrosis hepática en un hospital de La Habana, con plenas garantías para su vida", dice Chepe, de 95 años.
La detención masiva y la condena de 75 disidentes a penas de entre seis y 28 años de cárcel en abril pasado, levantó una ola de rechazo internacional a la que se unieron gobiernos, parlamentos, instituciones civiles y de derechos humanos, así como personalidades de la vida política y la cultura de numerosos países y de las más diversas tendencias ideológicas. |